Cultivadores legales de cannabis vuelven a la ilegalidad

Cultivadores legales de cannabis vuelven a la ilegalidad

El negocio de la marihuana legal está siendo la ruina de cientos de cultivadores y de otros negocios ajenos a la industria del cannabis en Humboldt

Un cultivador legal de marihuana, a quien llamaremos John Smith, contempla sus tres invernaderos, ahora vacíos, en las montañas del condado de Humboldt (California). Los padres de John y él mismo se dedicaron durante muchos años al cultivo ilegal de marihuana antes de que la Proposición 64 de 2016, legalizara el cannabis recreativo en el estado.

Su granja es accesible por una pequeña carretera que John ha tenido que pagar con sus ahorros para cumplir con la ley. Es evidente por qué los padres de John eligieron este lugar a fines de la década de 1970 para cultivar marihuana. Los árboles gigantes y los arbustos de arándanos que sus padres cultivaban entre las plantas de marihuana ocultaban las plantaciones a los ojos de los helicópteros de la DEA.

Ahora John ya no necesita cultivar arbustos de arándanos para ocultar sus plantas ya que son legales. De hecho, los retiró cuando California se convirtió en el primer estado en aprobar la marihuana medicinal.

Desde aquel momento, la granja de John ha prosperado en esta zona de tres condados conocida como el Triángulo Esmeralda y que es considerada como un pilar de la economía de California.

En una buena temporada John consigue alrededor de 550 kilos de flores secas de la mejor marihuana. Esta cantidad le dejaba una ganancia de1.5 millones de dólares. Después de pagar impuestos, tarifas y gastos explotación agrícola, John puede ganar alrededor de 100000 dólares en ingresos netos.

Esta ganancia le ha permitido comprar su propia casa, tener una cuenta de jubilación y un fondo universitario para sus hijos. En teoría, los negocios deberían haber mejorado para John después de que los votantes aprobaran la Proposición 64 en 2016, legalizando la marihuana recreativa. Pero ha ocurrido todo lo contrario.

La marihuana medicinal tenía pocos gastos y pocas normas que cumplir. Sin embargo, al pasarse a la marihuana recreativa los costos se han multiplicado. John perdió dinero el año pasado y tuvo que usar el dinero de su fondo de jubilación y del fondo de la universidad de sus hijos para evitar el cierre.

Hace unos años sus ahorros para la jubilación ascendían a más de 80000 dólares. Después del año pasado le quedan tan solo unos 500 dólares. Y no le ha sucedido a él solamente. A medida que los cultivadores de marihuana de nivel industrial en lugares como el Valle Central de California han entrado en el mercado, los precios del cannabis recreativo se han reducido en más del 50%.

Muchos cultivadores han decidido que no pueden permitirse seguir en el mercado legal del cannabis

Las altas tarifas y las normas más estrictas junto con la falta de acceso a préstamos bancarios, han hecho que los cultivadores de Humboldt y los condados de Mendocino y Trinity hayan decido que no pueden permitirse seguir en el mercado legal.

Tan solo 2.200 cultivadores solicitaron licencias de cannabis el año pasado. Es una cifra muy inferior a los 30.000 o más cultivadores que había en época de la pre-legalización en el Triángulo Esmeralda.

No hay datos de cuántos se han pasado al cultivo ilegal de marihuana pero se sabe que el 10 por ciento de los productores han cerrado su negocio. Pero lo peor todavía no ha llegado porque se estima que este número crezca cinco veces para el final del año 2019.

El exceso de normativas y los altos costes de las mismas hacen casi imposible el negocio familiar del cannabis recreativo en esta zona. Muchos analistas opinan que la era del cannabis en Humboldt, legal o no, ha terminado.

John votó la Proposición 64 pensando que ayudaría a los cultivadores. Ahora piensa que no volvería a votar a favor. Cuando la marihuana medicinal se legalizó con la aprobación de la Ley de Atención Compasiva, algunos de los cultivadores de Humboldt no quisieron presentarse a votar y registrarse porque durante mucho tiempo habían considerado al gobierno como a un enemigo.

Sin embargo, muchos cultivadores salieron del mercado negro para crecer en colectivos médicos con licencia. La industria del cannabis medicinal que existía desde 1996 hasta 2016 tenía algunas regulaciones. Había un máximo de plantas que una granja podía cultivar. El número lo decidía cada condado individualmente.

Los cultivadores tenían que solicitar una licencia y pagar impuestos estatales. A finales de la década de 2000 algunas ciudades empezaron a aplicar impuestos a las ventas locales. Pero en conjunto seguía siendo una cantidad de dinero moderada.

Por el contrario, con la Proposición 64 la marihuana pasó a convertirse el cultivo con más normativas del país. Cada planta tiene que ser monitoreada mediante de un sistema central llamado «seguimiento y rastreo».

Hay normas del estado y normas y requisitos del condado. Cada condado impone normas que van desde impuestos adicionales hasta estudios de impacto ambiental. Antes los cultivadores pagaban impuestos sobre los ingresos y ventas del cannabis medicinal. Ahora tiene que pagar impuestos antes de que crezcan las plantas, después de que crezcan y después de que las vendan.

Los certificados de cada zona y las tarifas de la junta de agua pueden costar entre 3000 y 5000 dólares. Pero los mayores gastos se producen por los cambios ambientales y estructurales de la propiedad.

Por ejemplo, muchas granjas acaban de descubrir que su tierra es el hábitat de algunas especies en peligro de extinción. Cuando estos cultivadores piden licencias de de construcción para poder cumplir con los requisitos de la Proposición 64, como por ejemplo carreteras pavimentadas o nuevas instalaciones de procesamiento que cumplen con el Departamento de Agricultura de California, se les responde que tienen que esperar dos años para un estudio de impacto ambiental.

Sin embargo, aunque una granja tenga una infraestructura perfecta, eso no le exime de pagar los costes de inicio. Este es el llamado «impuesto al dosel», que es un impuesto que impone el condado en el que se ubica la granja en la que un cultivador cosechará y que hay que pagar antes de empezar el cultivo.

En el año 2018 este impuesto fue de 3 dólares por metro cuadrado. Hay muchos cultivadores que tienen parcelas de entre 15000 y 30000 metros cuadrados. Por lo tanto, este impuesto al dosel puede llegar a costar muchos miles de dólares.

Por otra parte también está el impuesto al cultivo, que es un impuesto estatal sobre la cantidad de marihuana cosechada antes de venderla. Da igual que se venda o no se venda; el impuesto hay que pagarlo.

Pero además del impuesto al dosel y el impuesto al cultivo, también hay que pagar los impuestos estatales y federales sobre la renta, cuya cuantía depende de la cantidad de marihuana que el productor vende.

El 2018, John Smith tuvo que pagar 300 dólares por cada kilo de flor seca de marihuana en concepto de impuesto al cultivo. Tras pagar los impuestos, lo que habría sido una ganancia de 15,000 dólares se convirtió en una pérdida de 80,000 dólares.

Un importante asesor agrícola del condado dice que estos cultivadores están obligados a cumplir con normas e impuestos que funcionan con los grandes productores pero que son la ruina de los cultivos familiares pequeños.

Otra cultivadora del Condado de Humboldt, a quién llamaremos Mary, dice que no le es posible contratar a trabajadores temporales para que le ayuden a cosechar porque para contratar a trabajadores la ley le exige instalar un baño para discapacitados que cumpla con la Ley de Estadounidenses con Discapacidades.

Mary no dispone del dinero para pavimentar el camino que lleva a su granja y si el camino no está pavimentado, ningún camión podrá llevar el cemento que necesita. De hecho, le está ayudando su madre, que es una mujer de 70 años.

Mary, que es una cultivadora de segunda generación, ha tenido que gastar los ahorros de toda su vida para pagar los impuestos estatales y locales. Ella solicitó una licencia para construir un estanque de agua de lluvia para regar sus plantas. Aunque toda la documentación exigida estaba en regla, el departamento de construcción y planificación le dijo que también necesitaba la licencia de su condado. El condado tardó 8 meses en concederle el maldito papel.

Cuando finalmente le concedieron la licencia, el condado le informó de unos gastos adicionales obligatorios que al final hacía que los costes ascendieran de 20000 a 100000 dólares. Mary no pudo pagar tanto dinero y, por lo tanto, se quedó sin el estanque. La consecuencia de la falta de agua fue que Mary solo pudo cosechar alrededor del 10 o 15 por ciento del rendimiento anual, después de haber pagado 53000 dólares en impuestos y tarifas de dosel.

Falta de acceso a créditos bancarios

En cualquier industria los costes de inicio y los imprevistos que puedan aparecer se pagan a través de préstamos a pequeñas empresas. Pero en el sector del cannabis el acceso a los préstamos bancarios es casi imposible de conseguir. Mientras el gobierno federal de los Estados Unidos siga considerando el cannabis como sustancia ilegal, los bancos no prestan dinero en esta industria. Y además, los cultivadores tampoco pueden contratar un seguro de cosecha, o declararse en bancarrota cuando el negocio va mal.

Los únicos préstamos a los que los cultivadores de cannabis pueden acceder son privados y tienen unos intereses sobre el capital demasiado altos.

Joanna McGregor, una cultivadora que pasó los últimos 20 años de su vida construyendo su granja, ubicada en una montaña, sin más ayuda que la de su pareja y sus hijos, dice que cuando inició el proceso de cambiar su estatus de cultivadora ilegal a cultivadora legal, se dio cuenta de que los costes de burocracia eran más altos que el propio valor monetario de su granja y mucho más de lo que ella podía pagar.

Por lo tanto, Joanna decidió vender su granja y con el dinero obtenido compraron un terreno en una zona plana cerca de un río. Confía en que al construir su nueva granja en un terreno plano y cerca de un río, no tendrá que cumplir con la normativa de minas que le pedían en su granja en la montaña.

Sin embargo, el simple hecho de intentar construir el mismo tanque de agua que necesitaba para su granja en las montañas le va a costar más de 50,000 dólares. Pero Joanna no dispone de esa cantidad de dinero ahora mismo y tampoco tiene acceso a una línea de crédito bancario. Y además, tampoco puede descontar los gastos de su negocio, como por ejemplo, esos 50000 dólares, a la hora de pagar los impuestos federales.

El gobierno del estado de California se da cuenta de que los impuestos y regulaciones han sido un obstáculo demasiado grande para el sector del cannabis. De hecho, las estimaciones de ingresos en impuestos derivados del cannabis desde su legalización han sido demasiado optimistas.

Los ingresos estatales de los impuestos al cannabis en 2018 solo alcanzaron la cantidad de 345 millones de dólares. Sin embargo, el estado creía que iba a obtener mil millones en ingresos fiscales. En definitiva, el estado está recaudando un 30 por ciento de lo que preveía.

Por primera vez, el gobierno del condado de Humboldt ha decidido cobrar a los productores de marihuana el impuesto sobre la cosecha después de cosechar y no antes. Con este gesto espera que los agricultores puedan pagar con sus ingresos.

En Sacramento, el representante estatal Rob Bonta y la tesorera del estado de California, Fiona Ma, presentaron una ley llamada «Proyecto de ley para la reducción del impuesto temporal al cannabis», que lamentablemente no fue aprobada.

El proyecto de ley quería suspender por un periodo de tiempo de 3 años algunos de los impuestos para que los cultivadores consiguiesen obtener algo de capital inicial.

Por desgracia, la economía del condado de Humboldt se ha visto gravemente afectada por la legalización del cannabis. De hecho, perdió ingresos por impuestos sobre las ventas el año pasado. En efecto, el año pasado el total de los ingresos bajó un 2 por ciento en el periodo de 2017 a 2018, que es una cantidad de 424,000 dólares.

En el condado de Eureka el ingreso cayó en un 3 por ciento mientras que en el estado de California, en el mismo periodo de tiempo los ingresos aumentaron en un 4 por ciento. Parece ser que el problema está en los condados y el gobierno federal más que en los estados.

El problema afecta a otros sectores de la economía ajenos al cannabis

El problema es enorme, hasta el punto de que la alcaldesa de Eureka, la ciudad más grande del condado de Humboldt, ha declarado a los medios de comunicación que «Para nosotros, el cultivo de marihuana fue una parte importante de nuestra economía y que la legalización realmente ha sido un trastorno para la forma en que hemos estado haciendo negocios durante décadas».

Y además, el problema afecta a toda la población del condado de Humboldt. Eureka ha visto cómo los impuestos a las ventas de cannabis en el último año han disminuido demasiado porque los cultivadores se gastan su dinero en tarifas y regulaciones en vez de en la ciudad.

Este cambio en el consumo ha hecho que algunos negocios fuera del sector del cannabis hayan tenido que cerrar. Una granja que contrataba a 10 trabajadores ahora solo puede contratar a tres, Los otros siete ya no se gastan dinero en restaurantes u otras actividades que han traído dinero a empresarios fuera del sector del cannabis.

En las últimas tres décadas, los cultivadores de cannabis en Humboldt gastaron sus ingresos en la economía local, bien comprando ropa y artículos para el hogar, bien comprando maquinaria y automóviles, o simplemente comiendo en restaurantes locales.

El Centro de Desarrollo de la Pequeña Empresa del Condado de Humboldt realizó una encuesta no científica a sus miembros en junio de 2018. En esta encuesta, muchos propietarios de negocios seleccionaron los cambios en la industria del cannabis como la razón del declive económico por encima de cualquier otro factor.

Annie Bignon, de 37 años, poseía de una tienda de ropa en Garberville. En 2017, su tienda experimentó una caída del 30 por ciento en los ingresos. Pero Julio de 2018 fue el verdadero principio de la pesadilla, cuando su tienda registró un 60% menos de ingresos que en julio anterior.

Annie y su esposo cuentan que su ciudad era una comunidad próspera, con personas que tenían ingresos para gastar. En noviembre de 2018, ella y su marido decidieron irse de Garberville y abrir su tienda en otro lugar, antes de que lo perdieran todo.

En la actualidad el matrimonio y sus dos hijos viven en Sebastopol, a cuatro horas de distancia. Su familia fue una de las cinco que vivían en el mismo bloque de apartamentos que tuvieron que irse del condado de Humboldt por el mismo problema. Cada vez son más las personas que deciden irse y todo por una absurda política financiera en la industria del cannabis que ha afectado a toda la comunidad.

Te recomendamos leer nuestro artículo llamado “El mercado de cannabis ilegal aumenta en California tras la legalización” en el que estudiamos el problema desde otras perspectivas muy interesantes.

Los productores de cannabis han hecho mucho bien, como por ejemplo, donar dinero para restaurar la escuela local de Garberville. Pero si las cosas no mejoran, muchos se irán. Pero muchos otros volverán a sus orígenes: la venta ilegal de marihuana.

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