El primer restaurante de cannabis abrirá sus puertas en West Hollywood el 24 de septiembre a pesar de los problemas legales
El primer restaurante de cannabis, el Lowell Farms Cannabis Cafe, ofrecerá opciones para comer y fumar gracias a un nuevo tipo de licencia comercial que permite el cannabis en las instalaciones de consumo, junto con servicio de comida y bebida. La idea es proporcionar a los clientes una experiencia acogedora, llena de sabor y elegante. Las instalaciones estarán muy bien ventiladas y serán cómodas, para que los entusiastas del cannabis puedan disfrutar de un buen rato. También está pensado para los turistas que vienen a visitar California desde los estados en los que el cannabis está prohibido y quieren probar la marihuana legal.
El primer restaurante de cannabis ofrece un servicio que algunos comparan con un sumiller de marihuana. Un «anfitrión» experto guiará al cliente a elegir las variedades de cannabis que mejor se adapten a sus necesidades.
El menú de comidas y bebidas está a cargo de la chef Andrea Drummer, una afroamericana que antes trabajaba en servicios de prevención de drogas. Las ofertas irán cambiando con frecuencia, pero hay un menú estándar que incluye platos como una ensalada de burrata y durazno a la parrilla y un sándwich de pollo frito, y una selección de cócteles sin alcohol.
Los problemas legales y la burocracia de California impiden que nada de lo que provenga de la cocina de la Chef Drummer sea infundido con cannabis. Sin embargo, una pequeña selección de comestibles hechos fuera del sitio estará disponible para la venta en el mostrador minorista de este primer restaurante de cannabis, junto con los productos de cannabis Lowell Farms que los clientes pueden recoger para consumir en casa.
Para solucionar este problema legal, los invitados comprarían una salsa que se presentaría junto con la comida en un recipiente sellado con extracto de cannabis. Los comensales la abrirían ellos mismos y la dosificarían adecuadamente. La salsa también tendría que comprarse en un negocio separado, pero que está bajo el mismo techo que el restaurante de cannabis.
Como cualquier buen chef, Andrea Drummer quiere que sus maridajes sean perfectos. Pero sus chuletas de cordero con salsa de frutas exóticas no se combinarán con vino o cerveza. En el primer restaurante de cannabis, un anfitrión que algunos llaman “ganjiers”, como sommeliers de ganja, ayudará a los clientes a maridar cada comida con la marihuana que mejor combine.
Más de 300 empresas solicitaron las licencias para locales de consumo en West Hollywood, pero la ciudad ha otorgado solo ocho hasta ahora. No todos son licencias para restaurantes o cafés de cannabis. Entre los otros licenciatarios aún por abrir se encuentran un spa, una sala de juegos de realidad virtual y un minorista para adultos.
La Propuesta 64 legalizó el cannabis en California, pero todavía está prohibido consumirlo en público. Este era otro de los grandes problemas legales de abrir un restaurante o café de cannabis. Cuando el Ayuntamiento de West Hollywood celebró una sesión de estudio sobre el tema en 2017, determinó que el acceso a lugares para fumar era un problema de equidad social. Hay muchas personas que no tienen una casa propia y tienen que alquilar un apartamento donde el propietario no les permite fumar. Estas personas se ven obligadas a fumar en lugares públicos o fumar en sus automóviles, y corren un mayor riesgo de ser arrestados por eso. Pero esa no fue la única razón por la cual el consejo aprobó una ordenanza que permite salas de consumo público.
La gente disfruta la vida nocturna de West Hollywood. Los turistas saben que ahora pueden ir a un café de consumo de cannabis. Hay espacios públicos de consumo de cannabis en otras partes de California y Colorado, pero muchos son salones adjuntos a dispensarios o clubes de vapor que tienen poco encanto. Son bastante diferentes de lo que West Hollywood tenía en mente cuando decidió estudiar aplicaciones para 16 licencias de consumo in situ (con 24 licencias adicionales para dispensarios y entregas) en mayo de 2018. El proceso atrajo a más de 300 solicitantes, los cuales fueron calificados en factores como la innovación y la equidad social. A los ocho primeros solicitantes de cada una de las cinco categorías establecidas se les permitió operar.
La aplicación para licencia de consumo público de Andrea Drummer tuvo la puntuación más alta. Drummer describió su proyecto como un oasis luminoso y aireado con servicio de «flor» en la mesa: flores de cannabis enrolladas a mano con porros. También pidió licencia para ofrecer a sus clientes un menú de comida infundida con cannabis que ha estado haciendo durante años como chef privado y entre cuyos clientes está la comediante Chelsea Handler.
Cuando se abra el primer restaurante de cannabis el próximo 24 de septiembre tendrá espacio para 220 comensales y el local estará decorado con plantas de marihuana. Será el primero de su tipo en Estados Unidos: un lugar para que locales y turistas tengan una comida de alta calidad y fumen un porro en público. Otros restaurantes están a punto de abrir. Pero si quieren ofrecer marihuana en el menú, los restauradores de West Hollywood, la ciudad que en 2017 aprobó una ordenanza que permite licencias comerciales para este propósito, tendrán que enfrentarse a diferentes problemas legales.
Tan pronto como se aprobaron las licencias, comenzaron los compromisos. El primer problema legal para abrir un restaurante de cannabis fue la discrepancia entre las licencias estatales y municipales. Aunque la ciudad permite licencias para salas de consumo que no están conectadas a los dispensarios, no existía una licencia de café y/o restaurante de cannabis.
Otro problema legal para abrir un restaurante de cannabis fue la comida. Aunque West Hollywood lo permite, California prohíbe que las empresas de cannabis vendan cualquier cosa que no sea cannabis, con la excepción de accesorios como bongs y pipas, y productos de parafernalia. El propósito de esta ley era asegurar que los dispensarios no se convirtieran en tiendas en las que se pudiera comprar cualquier cosa.
Pero la gente de la industria del cannabis encontró lagunas legales que West Hollywood ha sabido explotar. La estrategia de este nuevo restaurante de cannabis es poner dos negocios separados bajo el mismo techo: un salón para fumar cannabis y un restaurante. Los huéspedes que soliciten comida y cannabis recibirán facturas separadas. El plan fue aprobado por la Comisión de Licencias Comerciales de West Hollywood en julio.
Drummer originalmente había planeado servir comida recién infundida, con mantequillas y aceites de cannabis incorporados en varias dosis. Pero eso tendrá que esperar porque según la ley estatal, todos los productos con extracciones de cannabis deben ser envasados herméticamente y probados, lo que hace que sea imposible emplearlos en una cocina de restaurante que quiera servir alimentos frescos. Ahora se está enfocando en hacer alimentos no infundidos pero mezclados con marihuana en vez de extractos de cannabis.
Otro de los problemas legales para abrir un restaurante de cannabis es que las empresas de cannabis no pueden servir alcohol. Otro problema legal es que el estado no permite que los negocios de cannabis operen después de las 10 pm, por lo que el restaurante de Andrea Drummer debe hacer la última oferta de cannabis a esta hora, aunque el restaurante puede permanecer abierto hasta las 2 am, aunque es posible que West Hollywood consiga una exención a esta ley.
Otro problema legal para abrir un restaurante o café de cannabis es que no puede estar a menos de 600 pies (200 metros) de una guardería o una escuela. Y además están los vecinos, incluida una sinagoga al otro lado de la calle del restaurante de Drummer, cuyos feligreses no están muy contentos con tener un restaurante de cannabis tan cerca.
Quizás el mayor problema legal que implica abrir un restaurante o café de cannabis es que el gobierno federal todavía considera el cannabis como una droga de la Lista 1. La mayoría de los bancos no están dispuestos a trabajar con empresas de cannabis, que deben confiar en bancos alternativos y cooperativas de crédito o transacciones en efectivo. El Senado de California aprobó una legislación en mayo que crea una vía para que más bancos trabajen con compañías de cannabis. Cuando West Hollywood recaudó más de 1 millón de dólares en dinero para la solicitud de licencia, fue en efectivo.
El restaurante tendrá que tener a varias personas en la sala contando el dinero en efectivo. Tendrá que disponer de vehículos blindados para recoger el dinero y habrá menos rotación de mesas porque los clientes que están bajo los efectos del cannabis tienen más probabilidades de quedarse durante más tiempo. Los planes de Andrea Drummer para abrir una terraza en el techo se desvanecieron porque el consumo de cannabis no se puede ver desde la calle. Y los clientes que no terminen su cannabis no podrán llevárselo a casa porque no tienen licencia de dispensario sino de restaurante de cannabis.
El restaurante de cannabis también tiene que tener cuidado con la cantidad de marihuana que los clientes ingieren ya que el cannabis ingerido afecta a todos de manera diferente, dependiendo de la masa corporal y el nivel de tolerancia, por lo que una dosis que apenas hace efecto a uno podría ser excesiva para otro. Las cafeterías de cannabis lo tienen más complicado para hacer dinero debido a los gastos extras como personal adicional y seguridad las 24 horas, respiraderos costosos para absorber el humo, y otros. El nuevo restaurante de cannabis Lowell Farms regentado por Andrea Drummer necesita gastar aproximadamente 3 millones de dólares solo para abrir. La posibilidad de que el restaurante pueda hacer dinero se basa en el hecho de que es el primero de su tipo.
El restaurante de cannabis tiene como objetivo contratar personal que haya sido encarcelado previamente por delitos de cannabis no violentos. Drummer lo ve como una forma de fortalecer a los afroamericanos, quienes han sido los más penalizados por el consumo de cannabis, pero que representan solo una pequeña parte de la industria.
Drummer quiere implicar a los críticos gastronómicos para que hablen del restaurante. El cannabis puede hacer que la comida sepa muy bien. “Si conseguimos implicar a los críticos, ganaremos muchas estrellas Michelin”, dice Drummer con una gran sonrisa.