Se descubre cómo funciona el cannabis para producir moléculas 30 veces más eficaces que el ácido acetilsalicílico para reducir la inflamación
Por primera vez un equipo de científicos de la Universidad de Guelph en Canadá descubre la forma que tiene el cannabis sativa para generar unas moléculas antiinflamatorias 30 veces más eficaces que la aspirina y que serán utilizadas para tratar el dolor.
Todo comenzó cuando la Dra. Marilyn Barrett y su equipo lograron aislar las moléculas Cannaflavina A y B en los años ochenta. Barrett publicó el descubrimiento en junio de 1985. En los estudios, se comprobó que la cannaflavina A y B eran 30 veces más efectivas que la aspirina. La cannaflavina B no se aisló hasta 2013. Pero hasta la fecha no se sabía cómo la planta del cannabis genera estas moléculas.
Las Cannflavinas A y B son dos flavonoides isoprenoides metiladas, y son los primeros flavonoides de aglicona aislados de cannabis.
El descubrimiento es de enorme importancia ya que en la actualidad se están utilizando opiáceos para bloquear los receptores cerebrales del dolor. Los opiáceos son muy eficaces pero tienen muchos efectos secundarios muy peligrosos para la salud entre los que hay que destacar la sobredosis y la adicción.
El profesor Tariq Akhtar, del Departamento de Biología Molecular y Celular, quien trabajó en la investigación junto al profesor de MCB Steven Rothstein, asegura que la medicina actual tiene una necesidad urgente de encontrar alternativas a los opiáceos para tratar el dolor agudo. Estas moléculas no tienen propiedades psicoactivas y actúan directamente sobre la fuente del dolor.
Para descubrir cómo la planta del cannabis produce estas moléculas se utilizó la bioquímica y la genética. Las dos moléculas objeto de la investigación se conocen como cannaflavina A y cannaflavina B y son flavonoides que fueron descubiertas en 1985. En esta fecha se descubrió el potencial antiinflamatorio de las mismas que, como decimos, es hasta 30 veces más eficaz que el ácido acetilsalicílico.
Lamentablemente, aunque se descubrieron en el año 1985, el estudio de su potencial quedó olvidado ya que el cannabis era una planta ilegal y no existían investigaciones importantes. Pero tras la legalización en Canadá toda la investigación sobre las propiedades terapéuticas y genéticas de la planta está en pleno auge. Akhtar y Rothstein decidieron analizar el cannabis para descubrir cómo la planta biosintetiza las cannaflavinas.
El motivo de la investigación era entender cómo se generaban estas moléculas en la planta del cannabis, lo cual no es muy complicado en la actualidad ya que el genoma del cannabis está secuenciado. Según Akhtar, si se sabe lo que se está buscando se puede dar vida a los genes para saber cómo se generan las moléculas cannaflavinas A y B.
Disponiendo de la información genómica y utilizando técnicas bioquímicas clásicas, los investigadores consiguieron saber qué genes de la planta de cannabis se necesitaban para generar las cannflavinas A y B. El estudio ha sido publicado en la revista Phytochemistry.
Lo verdaderamente relevante de la investigación es tener la oportunidad de obtener medicinas naturales que contienen estas importantes moléculas. Gracias a este descubrimiento se pueden encontrar nuevas opciones para tratar el dolor agudo y crónico que no sean los opiáceos.
Porque la realidad es que las personas que padecen dolor crónico con demasiada frecuencia recurren a los opiáceos que, como todos sabemos, conllevan efectos secundarios y causan adicción. Las cannflavinas atacarían el dolor de forma diferente, sin necesidad de bloquear los receptores cerebrales del dolor sino simplemente reduciendo la inflamación.
Desafortunadamente, el cannabis produce una cantidad muy reducida de estas moléculas y de momento no saben cómo crear una genética que contenga una cantidad muy superior. Por lo tanto, en la actualidad el equipo de investigadores está trabajando en el desarrollo de un sistema biológico capaz de generar estas moléculas para poder producir grandes cantidades de las mismas.
El equipo de investigación de la universidad de Guelph está trabajando con una importante compañía canadiense para conseguir biosintetizar la cannaflavina A y B fuera de la planta de cannabis.
Esta compañía trabaja con el equipo de investigadores con la intención de conseguir nuevos medicamentos antiinflamatorios más eficaces y seguros a partir de los compuestos fitoquímicos del cannabis y que sean una alternativa a los antiinflamatorios no esteroides. Los descubridores esperan producir estos medicamentos a precios muy económicos en formatos de cremas, píldoras, bebidas deportivas, parches transdérmicos y otras opciones.