La marihuana es la sustancia ilegal más utilizada en Bután y crece por todas partes aunque nadie la cuide
Es probable que el cannabis se haya establecido en Bután después del final del último período glacial, hace unos 11.700 años.
En los primeros años del siglo XXI, la incursión de elementos culturales extranjeros como la televisión introdujo el concepto de que el cannabis podría usarse por sus efectos psicoactivos, lo cual indujo al consumo entre los jóvenes.
El Reino de Bután está ubicado dentro de las fauces del Himalaya, entre China e India. El pequeño país estuvo cerrado a los turistas hasta principios de la década de 1970, cuando se convirtió en parte de las Naciones Unidas. Desde entonces se han construido algunos hoteles y carreteras, pero con moderación. La televisión por satélite llegó oficialmente en 1999.
Antes de hablar de la marihuana es interesante saber que en 1729 Bután se convirtió en el primer país del mundo en imponer restricciones al tabaco. La venta de productos de tabaco está prohibida, y cualquiera que desee fumar debe adquirir una licencia para poder hacerlo en áreas designadas. Incluso entonces, fumar tabaco está muy mal visto.
Sin embargo, a pesar de la postura de los habitantes sobre fumar tabaco, el clima del país es ideal para la marihuana. Irónicamente, el cannabis crece legalmente en todo el reino. Pero fumarlo está prohibido y se usa como alimento para cerdos. Pero la imagen de los valles de Bután repletos de marihuana es un espectáculo. Y es que en este país el cannabis crece como la mala hierba.
La marihuana es la sustancia ilegal más utilizada en el país y crece por todas partes aunque nadie lo cuide. Los habitantes del este de Bután lo llaman Phakpa nam, y es un alimento para cerdos. En otros lugares también se alimenta a los cerdos con cannabis. Las flores de la marihuana hacen que los cerdos tengan un apetito voraz y además se vuelven más tranquilos. ¡Es el alimento perfecto! El cannabis siempre ha existido en este país, pero no era un problema.
Un campesino explica que suelen batir las semillas y las flores del cannabis para mezclarlas con el té. Estos campesinos, que apenas tienen contacto con occidentales, creen que el té es divertido porque tiene efectos psicoactivos. No son conscientes de los efectos de la marihuana.
Una campesina de una pequeña aldea explica que por las noches las pulgas eran una pesadilla. Ella y sus amigas encontraron una solución. Esta solución ocurrió en la década de 1970 en el pueblo de Punakha. Estas mujeres cogieron las hojas frescas del cannabis y las dejaron secar para después fumarlas. Dicen que el humo hacía que las pulgas no les picasen.
En Bután se ha consumido la planta desde hace tiempo. El primer caso reportado, según los registros de Kuensel, fue en 1991, cuando una tonelada de planta de marihuana fue incautada de Shingkhar Lauri y quemada en público.
Desde entonces, las autoridades comenzaron a apoderarse de la marihuana y la limpieza de los campos de marihuana se convirtió en una actividad voluntaria común. Según un informe sobre el estado de salud mental de los adolescentes en el sudeste asiático, Bután tiene el mayor número de adolescentes que actualmente usan marihuana, con un 12 por ciento.
En la actualidad ya saben que el cannabis tiene muchos atributos. En Bután hay una gran cantidad de plantas de cannabis, cuyas hojas, aceite y semillas son usados de muchas maneras diferentes. Ahora saben que diferentes partes de la planta pueden aprovecharse, y que cada vez más gobiernos aprueban estudios científicos sobre los beneficios médicos de la marihuana.
Esto no es nuevo para los habitantes de Bután. Los ancianos del pueblo dicen que el tallo de la planta se usa para hacer Bindi, un pedazo de tela para envolver cosas y que se usa como bolsas de transporte. Cuando las bolsas escaseaban, la corteza de la planta se despoja de la fibra. Es una fibra fuerte. El cáñamo o la fibra de la marihuana es la fibra más robusta, duradera y natural. Si Bután puede comercializarlo, la planta que ahora es un problema para las autoridades, podría ser una bendición.
Y, desde luego, los jóvenes fuman marihuana en Bután. No hay nada que les guste tanto como el olor que desprende el humo de un buen porro. Aunque no tienen papel de fumar, utilizan papel de periódico o chillums. El único problema es que si te atrapan fumando marihuana en Bután, te enfrentas a unos ocho años de prisión.