El pasado 1 de mayo terminó su larga condena en una prisión federal por introducir cannabis el piloto cubano Antonio Bascaro
Parece mentira pero es cierto. El primero de mayo se abrieron las puertas del Instituto Correccional Federal de Miami para dejar en libertad, tras 39 años en la cárcel, a este piloto cubano que ha pasado tras las rejas 39 años, tres meses y nueve días tras ser arrestado por tráfico de marihuana.
Tras desayunar cuatro huevos, carne de cerdo y con su vieja gorra de los combatientes de Bahía Cochinos, Antonio Bascaro festejaba su libertad por un delito sin violencia de tráfico de marihuana.
Junto a sus tres hijos, sus nietos y amigos, este piloto cubano desayunó en un restaurante cubano muy cerca de la prisión de Miami en la que ha pasado la mayor condena por tráfico de marihuana de la historia legal de los Estados Unidos.
Antonio Bacaro dijo que la noche previa a su libertad no puedo dormir debido a los nervios. También fue muy emotiva la despedida de tantos compañeros y amigos hechos durante más de 39 años en la cárcel.
A sus 83 años, el piloto cubano no pudo contener lágrimas de alegría al ver el sol por primera vez después de tanto tiempo.
A finales de la década de los años 70, un tribunal federal condenaba a Antonio Bascaro, piloto de avionetas cubano, a pasar 39 años, tres meses y nueve días en una prisión federal de máxima seguridad acusado de formar parte de una organización criminal y tratar de introducir marihuana colombiana en los Estados Unidos. Se le acusaba de haber pasado, en total, 270.000 kilos de marihuana.
Ahora que las pequeñas casas de su Pequeña Habana (Miami), el barrio por dónde solía moverse el piloto, han desaparecido, y el barrio ha sido invadido por deslumbrantes rascacielos, Antonio Bascaro no sabe qué hacer o dónde ir. Todo el mundo que él conocía ya no existe. Curiosamente, muchas de aquellas viviendas de su juventud son hoy en día dispensarios donde se vende la misma marihuana que él transportaba, pero con fines medicinales.
Sin embargo, lo que a muchos puede parecer una buena noticia, podría convertirse en un verdadero infierno para este piloto. Por una parte no es ciudadano americano y al tener una condena, puede ser deportado. ¿Pero a dónde?
Si lo deportan a Cuba podría ser encarcelado, ya que combatió contra Fidel Castro. Se plantea la posibilidad de repatriarlo a Guatemala, país donde tuvo hijos pero que en la actualidad no conoce a nadie ni tiene nada y que, además, fue el país que lo deportó a los Estados Unidos para ser juzgado.
Bascaro no es ciudadano americano. Pero dice que no quiere ser deportado ni a Cuba ni a Guatemala, país en el que se casó, tuvo tres hijos y desde dónde fue extraditado a los Estados Unidos.
En 1977 Florida era la capital de la droga en los Estados Unidos y Miami era la ciudad favorita de los narcotraficantes. La Pequeña Habana era un lugar dónde los traficantes se movían entre la discreción y la traición.
Las mafias cubanas y colombianas se mataban a tiros por las calles por el control de la venta de drogas. ¿Quién no recuerda el film “Scare Face”, protagonizada por Al Pacino y que describía el Miami de aquel tiempo?
Mientras en la ciudad de Miami los “Cocaine Cowboys” se habían pasado de la marihuana a la cocaína, en la Pequeña Habana se seguía vendiendo y consumiendo marihuana.
Bascaro tenía un amigo en Pequeña Habana que poseía una joyería, que en realidad era una tapadera para el tráfico de marihuana. Este amigo le propuso entrar en el negocio, lo que aceptó el joven piloto.
Por aquel entonces Bascaro ya había conocido a la madre de su hija en Guatemala y tenía problemas económicos. Él sentía una enorme presión para mantener correctamente a su familia y la falta de recursos le tenía muy preocupado. El tráfico de marihuana era una buena solución.
Durante las casi 4 décadas pasadas en prisión, los diferentes gobiernos de los Estados Unidos han mostrado clemencia con los delitos relacionados con el cannabis y se han producido reducciones de condena importantes. Pero Bascaro nunca se benefició de ninguna.
Dado que su condena por tráfico de marihuana era de 1980, muchas leyes beneficiaron a otros presos que ingresaron en prisión después de él. Pero al llevar él tanto tiempo detrás de las rejas, las reducciones eran aplicadas a personas que habían ingresado en prisión después de él.
De vocación medicinal desde la infancia, al final ingresó en la Escuela Naval de Cuba en 1952 y fue enviado a estudiar Aviación en la Universidad del Aire en Estados Unidos, en su base en Pensacola, Florida, en 1954. Bascaro fue un estudiante fantástico y se graduó con honores.
En 1956 regresó a Cuba e ingresó en la Aviación Naval. Trabajó como Piloto Aviador Naval en la Base Aeronaval del Mariel, hasta que el revolucionario Fidel Castro entró en Cuba y Bascaro se ofreció voluntario para liderar las Patrullas Aéreas y poder evitar cualquier desembarco de los guerrilleros.
Bascaro fue el capitán de navío más joven de la Marina cubana. Era el año 1958 y el joven piloto tuvo un aterrizaje forzoso en las montañas que controlaba Raúl Castro dónde fue capturado por los rebeldes y llevado al hospital.
Viendo el valor excepcional de este joven piloto, el mismo Raúl Castro le intentó convencer para que luchara con ellos. Al negarse, pasó más de 1 año en la prisión de El Morro (Habana).
Por suerte, pudo escapar de la prisión y, tras mantenerse escondido más de dos meses, pidió asilo político en la Embajada de Uruguay y pudo salir de Cuba para formar parte del equipo encargado de la invasión de Bahía de Cochinos.
Ya en el año 1961 ingresó en la Brigada 2506, cuyo objetivo era la invasión de Cuba. Fue entrenado por la CIA en Guatemala y pasó a formar parte de los escuadrones B-26 y P-51. Pronto fue destinado a la organización y entrenamiento del Escuadrón P-51. Tras una operación fallida, muchos de sus compañeros quedaron escondidos en los pantanos y posteriormente hechos prisioneros.
En principio creyó que Castro los fusilaría a todos.
Aquello le causó una profunda decepción y muchos de sus compañeros de filas dejaron el servicio activo por la tristeza que sintieron al ver cómo la Brigada 2506 los había enviado a una muerte segura. Sin embargo, el dictador no les fusiló y los utilizó para hacer un trueque a cambio de medicinas y otros servicios.
Tras varias operaciones de combate, Bascaro estaba ya preparado para volar cualquier tipo de avión.
Después de esto, Bascaro regresó a Guatemala, tras dar por finalizada su lucha para liberar a Cuba de Castro.
Ya en el año 1978, aquella organización delictiva a la que pertenecía Bascaro y cuyo jefe era el también cubano José Luis Acosta, había crecido mucho y tenía poder económico y político. La banda estaba perfectamente estructurada y contaba en sus filas con proveedores colombianos, aviones, barcos, abogados y policías corruptos de Florida. Toda la organización estaba preparada para el tráfico de marihuana.
Aunque él no lo sabía en aquel entonces, el principio de su caída se estaba gestando. Uno de los barcos que la organización utilizaba como tapadera encalló en el Golfo de México, y la tripulación fue arrestada.
Inmediatamente, el FBI se encargó del asunto y comenzaron las investigaciones y los teléfonos de los miembros fueron intervenidos. Finalmente, el 21 de febrero de 1980, Bascaro era detenido en Guatemala y enviado a Miami, dónde la DEA se encargó de él.
Amy Povah, presidenta de Can-Do Foundation, una ONG que busca la reducción de las penas de detenidos por droga en Estados Unidos, opina que la condena que ha pagado Bascaro algún día figurará en la historia legal de los Estados Unidos por su injusticia y arbitrariedad.
Nickolas Geeker, el fiscal que condenó a Bascaro, asegura que no podía comprender por qué se le había tratado de forma tan injusta por traficar con marihuana.
Durante los más de 39 años que estuvo en prisión, Bascaro se dedicó a estudiar. Obtuvo varios cursos de psicología y tan solo le faltan 20 créditos para obtener el título de Bachelor in Business (licenciatura en negocios), y finalizó con éxito los cursos de Real Estate y Stockmarket.
Pero tantos años en prisión le han salido muy caros. Su salud está muy deteriorada, es un hombre anciano cuya única esperanza es poder ser útil a la sociedad y a su familia, si es que Dios se lo permite, afirma tras haber desarrollado una sólida fe.
En definitiva, jamás en la historia de los Estados Unidos se ha mantenido a una persona tantos años en prisión por tráfico de marihuana.