Si comprendes la importancia de controlar la EC en el cultivo del cannabis obtendrás cosechas de mayor calidad y producción
Te damos una explicación sencilla sobre la importancia de la EC en el cultivo del cannabis porque hay cultivadores que no entienden por qué sus plantas de marihuana muestran carencias mientras que ellos les proporcionan los mejores abonos. Aunque hay diferentes factores que afectan tanto a la calidad como a la cantidad de nuestra cosecha de marihuana, con demasiada frecuencia una mala gestión de la EC está detrás de esos problemas.
La EC (Electro Conductividad) es la capacidad de una sustancia de conducir la electricidad. En este artículo vamos a explicar de forma sencilla la EC del agua del riego en nuestros cultivos de cannabis. El agua, aunque mucha gente no lo sabe, no conduce la electricidad. El agua pura, es decir, H2O, no es conductora de la electricidad. Pero estamos hablando de agua pura, de H2O, sin ningún otro elemento, ya que si añadimos minerales al agua, esta sí que será conductora.
Es muy sencillo de entender. Cuantos más minerales contiene el agua, más electricidad conduce. Por ejemplo, el agua del grifo sí es conductora de la electricidad porque contiene minerales como cal, sodio y otros.
Las plantas de marihuana son muy sensibles a esa electroconductividad (EC). Pero las plantas de cannabis no son sensibles a la electricidad en sí, sino a los minerales contenidos en el agua. Cuantos más abonos le echemos al agua con que regamos nuestras plantas, más conducirá la electricidad. Para controlar la EC en el cultivo de cannabis podemos usar un medidor de EC que, por cierto, es un dispositivo esencial para el perfecto cultivo de la marihuana. Si abonamos en exceso, la planta del cannabis no lo ve como un conductor de electricidad, sino como un líquido demasiado denso para pasar por sus filtros, que son los pelos radiculares.
Si conocemos el nivel de EC del agua del riego en el cultivo del cannabis, sabremos si es demasiado densa para las raíces de la planta. Si el líquido con que regamos nuestras plantas (H2O más los abonos que le añadimos) es demasiado denso, los pelos de las raíces no conseguirán absorberlo. Imagina que te preparas un vaso de leche con cacao y luego lo intentas filtrar por un colador. Si has puesto demasiado cacao, el colador se atascará y la leche que caerá a través del filtro irá tan despacio que tardará horas en pasar o incluso se atascará. Lo mismo pasa con nuestras plantas de cannabis y la EC.
Las plantas de marihuana son capaces de aguantar ciertos niveles de densidad. Por lo tanto, si utilizamos agua destilada o agua proveniente de un filtro de ósmosis inversa (agua pura), tendremos la capacidad de añadir más cantidad de nutrientes sin llegar a convertir el agua en un elemento demasiado denso. Por lo tanto, los abonos serán más aprovechados por las plantas. Por el contrario, si usamos agua del grifo, tendremos menos espacio para los abonos que la planta necesita. Es tan importante entender perfectamente este concepto que vamos a utilizar una tabla imaginaria para medir la EC.
La EC se mide con diferentes tablas, siendo las más comunes las que miden la totalidad de sólidos disueltos en el agua y las que miden los microsiemens. Pero ahora olvídate de esto. Vamos a imaginar una tabla de EC que va del 0 al 10. El 0 es un agua pura, sin ninguna sal metálica disuelta. Y el 10 es un agua con una cantidad óptima de de sales metálicas disueltas, es decir, de abono. Nuestra planta de marihuana admite hasta el número 10 para estar en perfectas condiciones. Si partimos de un agua que tiene una EC de 7, por ejemplo, tan solo podremos añadir 3 puntos de abonos para llegar al máximo de 10 (7 más 3 igual a 10). El problema es que los siete puntos del agua que hemos utilizado no contiene nutrientes buenos para las plantas de cannabis. Pero si usamos agua pura, escala 0, podremos añadir 10 puntos de nutrientes de calidad para la marihuana. Es decir, nuestra planta estará perfectamente alimentada.
Por lo tanto, si el agua contiene muchas sales metálicas disueltas que no son absorbibles, como cal o sodio, apenas podremos añadir abonos buenos para la planta. Si nos pasamos, las raíces de la planta no podrán absorber tantas sales metálicas y se obstruirán. Y además, las sales metálicas que no son absorbibles por las raíces se irán depositando el sustrato y contaminándolo. Por esto es de vital importancia controlar y entender la EC en el cultivo de cannabis.
Normalmente, a las plantas de cannabis hay que darles una EC de 0.5 a 0,8 (escala basada en milisiemens) durante la primera fase de vida. A partir de los 15 días de vida desde que la semilla germina, iremos subiendo los niveles de EC, y estaremos subiendo progresivamente hasta 1.1 al final de la fase de crecimiento.
Cuando llegamos a la fase de floración hay que subir los niveles, ya que las plantas se alimentan con más cantidad de nutrientes para estar bien nutridas. Hay que subir la EC de 1.2 a 1.5 y cuando lleguemos a la fase de engorde hay que subir a 1.8 o 2.1, que serán los niveles máximos de EC en un cultivo de cannabis. Si usamos Co2 adicional en nuestro cultivo, podrás llegar hasta 3.0 de EC, y obtendrás plantas espectaculares.
Un error muy común que suelen tener los cultivadores es en medir la EC tan solo del agua con la que van a regar, cuando en realidad la EC que se comen nuestras plantas es la que tiene en la tierra. Medir la EC en un cultivo de cannabis tan solo en el agua de riego es válido en hidroponía. Si la planta se va comiendo el abono que le echamos estará bien, pero si los nutrientes se acumulan en la tierra, aunque riegues a 1.1 EC, la tierra irá subiendo de nivel hasta hacer que sea inservible el agua de riego para tus plantas.
Para medir la EC en el cultivo de cannabis cuando cultivamos utilizamos tierra, aparte de medir la EC en el agua de riego, lo cual es bueno para tener una orientación, tendremos que dejar que las macetas drenen un poco de agua después del riego y la EC de esa agua. De esta manera sabremos si la tierra se nos está cargando de nutrientes o nuestra planta come bien.