Dawamesk, el hachís medicinal que los médicos de Francia utilizaron durante la primera mitad del siglo XIX y que ahora ha quedado relegado al olvido
Francia ignora la investigación de la marihuana medicinal y parece haber olvidado que en el siglo XIX París fue el epicentro internacional del cannabis medicinal gracias al Dawamesk, el hachís medicinal que tantos médicos utilizaron en esa época y que nos hace pensar que este país es víctima de una amnesia histórica que no le permite recordar que París lideraba el movimiento internacional a favor del cannabis medicinal.
Cuesta creer que Francia fuera a principios del siglo XIX una potencia mundial de la investigación del cannabis medicinal y ahora haya quedado relegada a uno de los últimos puestos de Europa, tanto en cuestión de cannabis medicinal como en relación a la libertad de uso y cultivo de marihuana para uso personal. ¿Qué ha pasado con la “liberté, fraternité, égalité”? Cuesta creer que el país que fue el referente mundial de los derechos y libertades de los ciudadanos tenga una de las políticas más represivas en el tema del cannabis.
El verano pasado, la oficina francesa de alimentos y drogas, y la Agence Nationale de Sécurité du Médicament (Agencia Nacional de Seguridad del Medicamento) permitieron la realización de ensayos clínicos con personas sobre las propiedades del cannabis medicinal en Francia, algo que ha sido ilegal desde 1953.
Muchos franceses han recibido la noticia con gran entusiasmo y opinan que es un primer paso importante hacia una regulación del cannabis medicinal en el país galo. La Agence Nationale de Sécurité du Médicament también aplaudió estos ensayos clínicos por su potencial para conseguirlos primeros datos franceses sobre la eficiencia y la seguridad del cannabis medicinal.
Aunque esto es muy positivo, estos ensayos no son los primeros esfuerzos de Francia para obtener datos científicos rigurosos que avalen el potencial medicinal del cannabis ya que a mediados del siglo XIX, París era la capital de una tendencia internacional para conseguir convencer de que el hachís era una medicina. En aquella época los médicos eran conscientes de las propiedades terapéuticas del cannabis gracias al Dawamesk, el hachís medicinal.
Muchos farmacéuticos y médicos franceses y de otros países que trabajaban en Francia pensaban que el hachís era un producto con propiedades psicoactivas que podía ser utilizado por la ciencia para luchar contra algunas de las enfermedades más mortíferas y comunes de mediados del siglo XIX.
A fines de la década de 1830, prepararon y vendieron comestibles con infusión de hachís, pastillas y tinturas, que eran alcohol con infusión de hachís, y lo que se conocía como «cigarrillos medicinales» que los enfermos de asma podían comprar en las farmacias de toda Francia.
Desde 1840 hasta finales de la década de 1850, cientos de farmacéuticos franceses estaban plenamente convencidos de las propiedades medicinales del hachís. Se publicaron docenas de estudios y artículos sobre sus propiedades medicinales. Louis-Rémy Aubert-Roche, un epidemiólogo francés de gran prestigio publicó un tratado en 1840 en el aseguraba que el hachís, administrado en un formato comestible que llamaban «dawamesk» y mezclado con café, curó la peste a siete de los 11 pacientes que trató en los hospitales de Alejandría y El Cairo durante la epidemia de 1834-35.
Aubert-Roche era un médico educado en la época de la teoría anterior al conocimiento de los gérmenes y creía que la peste era una enfermedad no transmisible del sistema nervioso central que se propagaba a los humanos a través del mal aire de las zonas antihigiénicas y mal ventiladas.
Aubert-Roche confundió el alivio de los síntomas con la cura de la enfermedad. Este médico creía que los efectos psicoactivos del hachís excitaban el sistema nervioso central y contrarrestaba los efectos de la peste. De forma muy errónea decía que la peste era una enfermedad de los nervios y que el hachís, al actuar sobre el sistema nervioso, daba buenos resultados. Pero lo más relevante es que Aubert-Roche afirmaba en el siglo XIX que era necesario estudiar la marihuana medicinal. El médico estaba equivocado pero al menos era consciente del potencial terapéutico del cannabis. En la actualidad Francia parece haberse olvidado del liderazgo mundial que un día tuvo en relación al cannabis medicinal.
El médico Jacques-Joseph Moreau de Tours decía en la década de 1840 que el “dawamesk” era una sustancia homeopática muy eficaz para tratar las enfermedades mentales., las cuales eran causadas por lesiones cerebrales. Moreau pensaba que el hachís contrarrestaba los efectos de las enfermedades mentales. Según cuenta Moreau en su trabajo publicado en 1845, «Du Hachisch et l’aliénation mentale», entre 1840 y 1843 curó con hachís a siete enfermos mentales en el Hospital Bicêtre de París. La cuestión es que Moreau no estaba completamente equivocado porque en la actualidad los médicos recetan medicamentos a base de cannabis para tratar la depresión, la ansiedad, el TEPT y los trastornos bipolares.
Los médicos de los EE. UU., El Reino Unido, Alemania e Italia publicaron críticas favorables sobre el estudio de Moreau con el hachís a fines de la década de 1840 y durante la década de 1850. Un conocido médico dijo que el hachís era un descubrimiento de gran importancia para el mundo civilizado. Y sin embargo, en la actualidad Francia es un país que no está precisamente a la vanguardia de la investigación del cannabis como medicina.
Aunque los médicos en Francia y en el extranjero promocionaron el dawamesk como una medicina muy valiosa, también se lamentaban de la incapacidad de estandarizar las dosis como consecuencia de la diferencia en la potencia de las diferentes plantas de cannabis. También escribieron sobre los desafíos que planteaba la adulteración de médicos sin escrúpulos del dawamesk, que se exportaba desde el norte de África y a menudo se mezclaba con otros extractos de plantas psicoactivas.
A principios de la década de 1830, algunos médicos y farmacéuticos en el Imperio Británico intentaron solucionar este problema disolviendo el hachís en alcohol para producir una tintura. A mediados de la década, los médicos franceses hicieron lo mismo y crearon y vendieron sus propias tinturas de hachís para los enfermos franceses. Edmond de Courtive, un farmacéutico de París, llamó a su tintura «Hachischine», en referencia a los famosos asesinos musulmanes que según la leyenda, cometían sus crímenes bajo los efectos del hachís. La cuestión es que la tintura se hizo muy popular en Francia a finales de la década de 1840, alcanzando su culmen en 1848. Como suele suceder cuando hay dinero por medio, el farmacéutico Joseph-Bernard Gastinel y el mencionado De Courtive iniciaron una batalla legal por la patente de la tintura fabricada a través de un método de destilación particular.
En las décadas posteriores, la tintura de hachís perdió prestigio a medida que las teorías médicas del anti-contagio que apuntalaron el uso del medicamento contra la peste y el cólera dieron paso a la teoría de los gérmenes y, por lo tanto, a una nueva comprensión de las enfermedades epidémicas y su tratamiento. Al mismo tiempo que la tintura de hachís perdía prestigio, los médicos en la Argelia iniciaron una campaña contra el uso del hachís como una causa de locura y criminalidad entre los musulmanes indígenas. Lo que se consideró una medicina prodigiosa solo décadas antes, a fines del siglo XIX se convirtió en un veneno letal para la opinión médica.
Pero si Francia se involucrara en su pasado colonial, revisara sus políticas prohibicionistas y continuara abriendo el espacio legal para los ensayos de cannabis medicinal, tal vez podría volver a convertirse en un líder mundial en este nuevo movimiento de marihuana medicinal.